Apareció brillante, como la luna nueva
que se había tragado el mar
Y desplegó al viento su sonrisa,
para romper todos los cerrojos,
las nostalgias de noches oscuras.
Y recuperó el cielo para los sueños,
aprendiendo a ganarle el pulso a la vida,
a buscar entre las manos el calor del alma,
susurrando cada noche libertad,
porque nada es fácil, tampoco la vida.
Y encontró el pensamiento que nace en el camino,
la conciencia de la inutilidad de tantas cosas,
el despertador de los corazones dormidos,
el agua que mece el sentimiento en la txalupa.
Quien pudiera seguirte, en tus brazos de cuna