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Después de recorrer la pista que avanzaba paralela a donde rompían las olas en un Valle que se funde con el mar, el hombre de la vieja motocicleta se detuvo lentamente debajo del flamboyán, sin soltar de entre los labios el cigarro de picadura fuerte que se había hecho al salir de la otra finca. Se sentó lentamente en el banco de madera, se quitó el casco y apoyó el pie derecho en el borde para deshacer los dobleces del pantalón. Al levantar la cabeza, su cara reflejó no sólo la edad, sino las huellas del tiempo dedicado a la agricultura y a la pesca, esa piel tostada, surcada de arrugas. Permaneció quieto durante un rato, mirando las plataneras y la montaña ensimismado en su propio destino, hasta que una señora menuda, más o menos de su edad, le gritó desde el otro lado de la calle.
... ¿Qué tal?, ¿estás fuertito?
... Si, estoy esperando por el agua que me la ponen a la una. ¿Cuándo llegaste?
... Llegamos en el barco de ayer
... Y qué, ¿ya tienes nietitos?
... Si, si, ya tengo tres…
Después de recorrer la pista que avanzaba paralela a donde rompían las olas en un Valle que se funde con el mar, el hombre de la vieja motocicleta se detuvo lentamente debajo del flamboyán, sin soltar de entre los labios el cigarro de picadura fuerte que se había hecho al salir de la otra finca. Se sentó lentamente en el banco de madera, se quitó el casco y apoyó el pie derecho en el borde para deshacer los dobleces del pantalón. Al levantar la cabeza, su cara reflejó no sólo la edad, sino las huellas del tiempo dedicado a la agricultura y a la pesca, esa piel tostada, surcada de arrugas. Permaneció quieto durante un rato, mirando las plataneras y la montaña ensimismado en su propio destino, hasta que una señora menuda, más o menos de su edad, le gritó desde el otro lado de la calle.
... ¿Qué tal?, ¿estás fuertito?
... Si, estoy esperando por el agua que me la ponen a la una. ¿Cuándo llegaste?
... Llegamos en el barco de ayer
... Y qué, ¿ya tienes nietitos?
... Si, si, ya tengo tres…
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Y allí se quedaron, en una conversación de acera a acera, mientras yo seguí andando en medio de aquella calma de olores profundos y campesinos, intentando darle marcha atrás al tiempo para comprenderlo, destejiéndolo de atrás hacia delante o tal vez espiando al futuro frente a esa vaga inquietud que provoca la nostalgia y los latidos del corazón que viajan con el tiempo veloz e implacable.
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http://www.youtube.com/watch?v=KZPCtHCpp94
Y allí se quedaron, en una conversación de acera a acera, mientras yo seguí andando en medio de aquella calma de olores profundos y campesinos, intentando darle marcha atrás al tiempo para comprenderlo, destejiéndolo de atrás hacia delante o tal vez espiando al futuro frente a esa vaga inquietud que provoca la nostalgia y los latidos del corazón que viajan con el tiempo veloz e implacable.
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http://www.youtube.com/watch?v=KZPCtHCpp94