Algunas veces la lluvia, lejos de traer el desasosiego que provoca ese martilleo casi apedreante contra los cristales que empañan el alma de plano, tiene un efecto de réplica que purifica y lava suavemente todos los rincones de la memoria y el alma se llena de puentes por los que se alejan los recuerdos con paso acompasado, mientras se escucha a lo lejos el silbido del tranvía que se marcha y el aleteo de una gaviota al borde del mar en un muelle de piedra. Después, todo se queda en silencio, porque el atardecer quema los pensamientos que el amor se dejó olvidados. .
Ojalá que mañana sea siempre
siempre más que nunca
Que me traiga limpio tu nombre
y en ti me quedo
En tu paisaje tibio y doloroso
de balsa, plano
En el sosiego de los sentimientos
para empezar de nuevo
Para borrar con calma las palabras
lentamente
sobre tus labios dormidos
Que hilvanaron de tu boca las razones
una vez
sin prisa, cada día
Para seguir el rumbo de tus pasos
alegres, otras tristes
Para perderme por tus calles de violines
de olor a tierra
de mano prendida, de ti
Prisionera el alma de pura lava
fugaz y palpitante
como un lamento
Buscando las olas al caer el sol
en el juego prohibido del amor
.
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