Por motivos de trabajo he estado unos días por Huelva, una ciudad que me ha encantado. Desde su clima benigno debido a su emplazamiento estratégico al borde del Atlántico, la riqueza arquitectónica que posee o su inmejorable gastronomía, la ciudad onubense y sus alrededores guardan innumerables joyas para el recuerdo. Precisamente su apertura al mar ha condicionado la importancia de esta ciudad, q
ue tuvo su primera etapa de esplendor gracias a la fluida relación comercial con fenicios y griegos. Tras la ocupación romana y musulmana, Huelva vivió su mayor hito histórico a fines del siglo XV cuando se convirtió en la cuna del descubrimiento del nuevo mundo, al gestarse en el Monasterio franciscano de La Rábida (estilo mu
déjar, siglo XV) toda la aventura que llevaría a Colón a descubrir América. El monumento a la Fe Descubridora enclavado en el puerto es un homenaje a este hecho histórico. El arte gótico y barroco brilla también en todo su esplendor y muestra de ello es por ejemplo la iglesia de la Concepción construida en 1515 o la Catedral de la Merced de fines del XVII. En cuanto a monumentos cabe destacar también el Santuario de la Cinta, situado en una de las zonas más emblemáticas de la ciudad: el barrio del Conquero. De este templo del siglo XV destaca su claustro y los
azulejos que rememoran la visita de Colón a su vuelta de las Indias.
Dos lugares que me parecieron particularmente impresionantes. Por un parte, el Muelle del Tinto, una estructura de hierro y madera de 1.165 metros de longitud construido en 1876 y que se utilizaba como
cargadero de minerales por la Compañía de Riotinto. Por otra, el Mercado del Carmen donde se puede admirar una gran variedad de pescados y mariscos frescos. Es un espectáculo para la vista acercarse a primera hora de la mañana para ver los puestos abarrotados de gambas, coquinas, langostinos, chocos, chirlas, lenguados, etc. que son la base de la cocina marinera de Huelva.
Sabrosas calderetas de pescado de roca, cazón a la marinera, chocos con habas, pargo encebollado, arroces marineros, atún y como no, la famosa gamba blanca, son algunos de los platos que han dado fama a la cocina onubense y que se pueden disfrutar en lugares como Moguer o en Punta Umbría, al lado del mar. Pero no se puede hablar de gastronomía por esta zona sin hacer mención al famoso jamón de jabugo de Huelva, otra de las delicias que dejan huella.
Dos lugares que me parecieron particularmente impresionantes. Por un parte, el Muelle del Tinto, una estructura de hierro y madera de 1.165 metros de longitud construido en 1876 y que se utilizaba como

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