miércoles, 27 de agosto de 2008

- DETRAS DE LA PUERTA


Todo queda en el alma, porque no se puede calibrar la verdadera intensidad de los sentimientos, que son capaces de sobrevivir a las más duras tormentas que se manifiestan en forma de reproches o indiferencia. Son como las algas que se adhieren a las paredes del fondo del mar y van soportando las embestidas de las olas, dejándose llevar lentamente hasta que algún día logran soltarse y amanecen en otro lugar. Son como las cenizas fijadas a las piedras de un antiguo volcán, que la humedad de las nubes va deshaciendo poco a poco. Aquella semana Abilio había ido amasando penas y había contado muchas veces las mismas estrellas en tantas noches de azotea que no podía compartir al límite de la tristeza. Se despertó tarde y abrió los ojos lentamente, como queriendo retrasar lo inevitable e intentando situar todo lo que pasaba en el piso de abajo. Anduvo despacio por la habitación, recogiendo las cosas con desgana, como si evitara despertar a un niño dormido después de un llanto. Bajo con pasos lentos la escalera, deseando que apareciera en cualquier instante y le quitara la maleta de las manos, dejándola a un lado para sentarse, como si volviera de un viaje que nunca pudo hacer. Al cruzar la puerta se dio cuenta que estaba sólo. Se giró levemente antes de que sus pasos sonaran cada vez más lejos, pero no volvió a mirar la ventana de la planta alta porque ya no era necesario.

2 comentarios:

dijo...

me entristeció...me conmovió...
así es el alma...y así la vida.
besos

Ma®iana♥Camandrelly dijo...

"Tengo conmigo el sabor de lo que siento, hago arte al correr el velo de mis emociones, al abrir las ventanas de mi alma, que siendo invisible se hace tangible, y con denuedo evidencia lo que no se puede de otra forma adivinar"

Abrazos...