martes, 3 de agosto de 2010

- EL TIEMPO DE LAS PEQUEÑAS COSAS

En la época de verano se agitan los pueblos, como si de pronto el ritmo cansino y parsimonioso se desajustara y se recobrara una energía aletargada. La tranquilidad, a veces monótona, de otras estaciones se transforma con el bullicio de las fiestas, los juegos de los más jóvenes y la vuelta de los que están fuera. Por eso es una época de encuentros, de los que ahora son jóvenes y de los mayores que antes también lo fueron. Los discursos, los saludos, las conversaciones también serán diferentes porque detrás de cada uno habrá una historia diferente, tejida en esas noches acribilladas de estrellas, donde se van depositando los sueños que probablemente antes otros ya habían soñado.
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Después de recorrer la pista que avanzaba paralela a donde rompían las olas en un Valle que se funde con el mar, el hombre de la vieja motocicleta se detuvo lentamente debajo del flamboyán, sin soltar de entre los labios el cigarro de picadura fuerte que se había hecho al salir de la otra finca. Se sentó lentamente en el banco de madera, se quitó el casco y apoyó el pie derecho en el borde para deshacer los dobleces del pantalón. Al levantar la cabeza, su cara reflejó no sólo la edad, sino las huellas del tiempo dedicado a la agricultura y a la pesca, esa piel tostada, surcada de arrugas. Permaneció quieto durante un rato, mirando las plataneras y la montaña ensimismado en su propio destino, hasta que una señora menuda, más o menos de su edad, le gritó desde el otro lado de la calle.
... ¿Qué tal?, ¿estás fuertito?
... Si, estoy esperando por el agua que me la ponen a la una. ¿Cuándo llegaste?
... Llegamos en el barco de ayer
... Y qué, ¿ya tienes nietitos?
... Si, si, ya tengo tres…
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Y allí se quedaron, en una conversación de acera a acera, mientras yo seguí andando en medio de aquella calma de olores profundos y campesinos, intentando darle marcha atrás al tiempo para comprenderlo, destejiéndolo de atrás hacia delante o tal vez espiando al futuro frente a esa vaga inquietud que provoca la nostalgia y los latidos del corazón que viajan con el tiempo veloz e implacable.

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http://www.youtube.com/watch?v=KZPCtHCpp94

30 comentarios:

Cantares dijo...

Este bello post con todo lo que incluye me ha llevado de viaje a unos sitios bellos.
Debe ser por eso de tener boleto de ida y vuelta.
Esas noches ametralladas de estrellas hace unos años que no logro verlas porque las luces de la ciudad opacan el cielo, pero las conozco.
Besos

Ligia dijo...

Esa conversación me parece haberla escuchado en La Palma a mi suegro cuando en otro tiempo, esperaba que llegara el agua a una hora determinada.
Tierna evocación. Abrazos

Paquita Pedros dijo...

Muy bello texto
un beso corazon

Ramón María dijo...

Un pequeño viaje atrás, en dónde lo importante es el observar, escuchar y si tercia hablar, sin prisa, despacio muy despacio.
Me gustó, Abrazo.

✙Eurice✙ dijo...

Interesante post!
Saludos

AKASHA BOWMAN. dijo...

Me ha encantado este post, la sutileza de la narración, la melancolía implícita y la envidia que he sentido ante esa placidez de los viejos y sabios del lugar, que nos miran a los jóvenes como si fueramos máquinas defectuosas. Y seguro que lo somos, tan inmersos en la vida zozobrante que nos invade que nos cuesta horrores disfrutar de esas pequeñas cosas que usted aquí nos muestra.

He visto al viejo motorista con los pantalones arremangados y el cigarro en la comisura, y la añoranza me ha invadido...

Saludos caballero.

Belkis dijo...

La vaga inquietud de la nostalgia se hace más grande precisamente cuando no disfrutamos de esas pequeñas cosas que son las que hacen grande y plena nuestras vidas.

Te dejo un abrazo grande cargado de pequeños brotes de energía positiva para tu vida.

Cecy dijo...

solo decir.. que me ha encantado, la forma en que lo cuentas.

Un beso querido beker.

P Vázquez "ORIENTADOR" dijo...

...y con el tiempo nos vamos...

Paula Olivieri dijo...

Preciosa historia, con una bellísima serie de imágenes perfectamente plasmada en palabras. Me gustó mucho.
Saludos

Mar dijo...

¡Madre mía!... Ojalá pudiésemos darle marcha atrás al tiempo para comprenderlo... y para que vaya más despacito, ¡caray!.
¡Mira que pasa, como tú bien dices, veloz e implacable!.

¿Hemos coincidido en la elección de la canción?... ¡Qué cosas!...

Un fuerte abrazo y besos.

Taller Literario Kapasulino dijo...

Beker: Es una gran entrada, me gusta como la fuiste armando. Tiene maravillosos recursos visuales.

María Socorro Luis dijo...

Tu narrativa tiene un encanto especial, evocadora, y con toques de añoranza, con
la sencillez de lo cotidiano y natural.
Transmite calma y bienestar.

Abrazo

matrioska_verde dijo...

historias anónimas y cotidianas
bicos,

Calvarian dijo...

Con el paso del tiempo hasta esto desaparecerá. Todavía regresan a su hogar aquellos que abandonaron sus pueblos en busca de trabajo...Lo harán sus descendientes.
Yo ya soy descendiente...
Abrazos

gaia56 dijo...

Sí, dices bien, las cosas sencillas vuelven a ser importantes. La pena es que parte del año las queremos olvidar.
Un beso.

irene dijo...

Este tiempo que va pasando..., nostalgias, momentos que recordamos, al volver cualquier esquina, al escuchar una conversación, de esas pequeñas vivencias que teníamos olvidadas.
Tus relatos siempre están llenos de ternura. Y siempre son muy bellas tus fotografías.
Un beso, Beker.

HADALUNA dijo...

Como siempre me trasportas a los lugares que describes y me haces pasear por ellos.

Gracias.

Besitos dulces y calurosos.

Ricardo Miñana dijo...

Es un placer pasar a leer tus excelentes textos, disculpa la ausencia por motivos ajenos.

Deseo tengas un feliz verano.
un abrazo.

Dámaris dijo...

Que bellas tus palabras. Espero seguir leyendote, y poniendome al día con lo anterior que tienes escrito.

Un saludo y espero que puedas visitar mi espacio y disfrutar como yo con el tuyo.

http://siempreaflordepiel.blogspot.com/

Sandra Gutiérrez Alvez dijo...

el tiempo se desliza a su ritmo y nosotros lo seguimos con nuestras nostalgias y vivencias cotidianas...
lo bueno es apreciarlo.

un abrazo

Logan y Lory dijo...

Es como si el estío atrapara esa escena, esa conversación entre viejos conocidos y la trasladara reflejada a otros lugares de la geografía, porque se repite con distintos personajes y paisajes, pero propiciando esos encuentros fortuitos que retoman presente y pasado para unirlos en unos instantes de uso de esa herramienta única que es la palabra.

Nos ha gustado muchísimo el artículo

Un abrazo.

Amalia Lateano dijo...

Ha sido un verdadero placer para mi llegar a tus palabras.Tienes mucho sentimiento.
¡Felicidades!
Un beso.
Amalia

Encarni dijo...

Llego tarde pero llego, siempre he pensado que las personas que saben apreciar las pequeñas cosas, saben apreciar la vida, porque la vida es eso, un cúmulo de pequeñas cosas que están aquí o allí para recogerlas y que formen parte de nosotros.

Un abrazo.

mardelibertad dijo...

Bonito relato, amena conversación
Abrazo

Taller Literario Kapasulino dijo...

Hola Beker! Pasaba a saludarte y a desearte un lindo fin de semana!

Angeles dijo...

Eres un gran tejedor, me gusta esa frase de Galeano:
Quien escribe, teje.
Texto proviene del latín, "textum" que significa tejido.
Con hilos de palabras vamos diciendo, con hilos de tiempo vamos viviendo.
Los textos son como nosotros:
tejidos que andan.

Y tú tienes una gran capacidad para tejer historias y destejer el tiempo.

Besos:)

Mar dijo...

Un fuerte abrazo y besos.

Marina Filgueira dijo...

Fantástica entrada, Beker realmente son hechos reales, el tiempo de vacaciones tiene encuentros y a veces desencuentros, pero la vida sigue siendo hermosa aún con ciertas contrariedades. Es un relato dulce y escrito con aplomo... dichosos los mayores que pueden/do, disfrutar de esas pequeñas cosas de la vida. Que desafortunadamente no somos todos. Pues hay muchos que lo están pasado muy mal. Un besito y se feliz.

RR dijo...

Las pequeñas cosas, suelen ser las mas grandes y hermosas....de nuevo , reitero...TIERNO....muy buena entrada que habla del sentir humano...importante, en esta vida actual...